Desde el año 2008 cada 18 de julio se celebra el Día Mundial contra la Hepatitis Vírica, una enfermedad infecciosa que produce una inflamación aguda del hígado y que, en función del tipo de virus causante, puede tener consecuencias muy graves para la salud.
Con la puesta en valor de esta fecha en el calendario, la OMS pretende generar conciencia en la población sobre la importancia de la prevención de esta enfermedad, así como impulsar a nivel mundial todas las iniciativas y estrategias que pueda realizar el sector sanitario encaminadas a reducir su incidencia.
¿CÓMO SE CONTRAE LA HEPATITIS?
La forma más común de contraer esta enfermedad es insertando en el cuerpo algún objeto contaminado con sangre o fluidos, o bien mantener contacto sexual sin protección con una persona infectada.
¿CÓMO SE MANIFIESTA LA INFECCIÓN Y CUÁL ES SU TRATAMIENTO?
– Puede ser desde asintomática a presentar síntomas graves, que aparecen en un periodo de tiempo de entre 3 y 10 días desde el contagio; no obstante, los más habituales comprenden la falta de apetito, náuseas, vómitos, fiebre, dolor en la parte superior derecha del abdomen (inflamación del hígado) e ictericia (coloración amarillenta de la piel y el blanco de los ojos).
– La gravedad de los síntomas y la velocidad de recuperación varían considerablemente en función del tipo de virus y de la respuesta de cada persona a la infección. La hepatitis A y la hepatitis C suelen cursar con síntomas muy leves o ser asintomáticas y pueden pasar inadvertidas, mientras que las hepatitis B y E producen síntomas graves con mayor probabilidad.
– La mayoría de los casos se resuelven por sí solos, sin necesidad de intervención médica ni tratamiento específico, pero algunos evolucionan hacia una hepatitis más fulminante en la que el trasplante de hígado es el tratamiento más eficaz.
¿SE PUEDE PREVENIR?
Sí, podemos minimizar la propagación del virus tomando ciertas medidas:
– Evitando la exposición a procedimientos invasivos (que requieran el uso de agujas u objetos punzantes, como por ejemplo, la implantación de piercings, el uso de jeringuillas para la inyección de anestesia o toxina botulínica o el diseño de tatuajes, entre otros) en centros que no ofrezcan ciertas garantías sanitarias.
– Solicitando la vacunación ante los virus más comunes (tipos A, B y C).
– No compartiendo agujas para la inyección de fármacos, maquinillas de afeitar ni otros objetos, como cepillos de dientes, que puedan contener restos de sangre.
– Adoptando medidas de seguridad en las relaciones sexuales (por ejemplo, usando métodos de barrera como el preservativo) y limitando el número de parejas.
PRUEBAS ANALÍTICAS
De cara a descartar la infección por hepatitis vírica es importante que cada 6 – 12 meses nos sometamos a una analítica general de sangre para chequear el estado de nuestro organismo, especialmente si debido a nuestra profesión nos encontramos en situación de riesgo.
Las pruebas hepáticas indicarán las concentraciones de enzimas hepáticas y de otras sustancias producidas por el hígado, parámetros de detección de inflamación que ayudarán al diagnóstico de la enfermedad.
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