El análisis de sangre permite al médico obtener información relevante para establecer un diagnóstico preciso mediante el estudio de determinados componentes de la sangre.
El paciente al recibir los resultados del análisis de sangre observa lo que en él consta, pero no logra entender exactamente a qué corresponde cada valor. Aunque es el médico quien debe interpretar los resultados de la prueba, a continuación te explicamos qué significan algunos de los componentes que se analizan con más frecuencia.
Hemograma
El hemograma analiza los tres tipos principales de células, es decir, glóbulos rojos, glóbulos blancos y plaquetas.
El primero de ellos, los glóbulos rojos, se encargan de transportar oxígeno desde los pulmones hasta el resto del organismo. El nivel de éstos suele medirse para comprobar si el paciente padece anemia, ya que ésta se presenta cuando el organismo no tiene el número de glóbulos rojos suficientes.
Los glóbulos blancos o leucocitos tiene como finalidad combatir contra las infecciones. Su presencia en la sangre es menor que los glóbulos rojos. Cuando se observa una alteración en el recuento puede indicar que hay alguna infección o inflamación en el organismo.
Por último, las plaquetas tienen una función importante en la prevención de hemorragias y en la coagulación de la sangre. Éstas entran en acción cuando sufrimos una lesión o corte. En ese momento las plaquetas forman un tapón en la zona hasta que la sangre se coagula. Cuando se observa un recuento bajo de plaquetas aumenta el riesgo de sufrir hemorragias.
Bioquímica
Existen otros componentes a destacar en los análisis básicos como puede ser el hierro. Éste se estudia para conocer si el paciente tiene anemia o trastornos alimentarios.
En la bioquímica se analiza la glucosa para medir el nivel de azúcar en sangre. Lo normal es tener de ayunas entre 70 y 110 mg/dl. Si los resultados están por encima de esta cifra pueden indicar una posible diabetes y si están por debajo una hipoglucemia.
No puede faltar el estudio del colesterol. En estos casos se analiza el colesterol total, el HDL o colesterol bueno y el LDL o colesterol malo. La presencia de colesterol en el organismo no es negativo, siempre y cuando se encuentre dentro de los valores establecidos como óptimos, es decir, un colesterol total menor a 200 y un LDL inferior a 100.
Para comprobar el estado de la función renal se analizan los niveles de sodio, potasio, dióxido de carbono (refleja el pH de la sangre, si éste es bajo puede deberse a una enfermedad renal), la creatinina, urea y el ácido úrico.
Y, finalmente, es habitual encontrar en los análisis resultados relativos a los niveles de calcio y fósforo.
El calcio tiene unas funciones muy importantes como son, entre otras, su participación en la contracción muscular, excitabilidad nerviosa, coagulación de la sangre o en la secreción de glándulas exocrinas.
El fósforo tiene importantes funciones metabólicas, participando en la regulación de enzimas y almacén energético.